12 de diciembre de 2009

INTERES GENERAL

INTERES GENERAL
Libros protegidos para siempre del fuego, la inundación y el olvido
Sergey Brin, FUNDADOR DE GOOGLE. Sabemos que la gran mayoría de los libros no es accesible a todos, sino sólo a los investigadores tenaces de las bibliotecas académicas más importantes. Los libros que se escribieron antes de 1923 -y ya son de dominio público- desaparecen con rapidez en un agujero negro literario. Salvo raras excepciones, sólo se los puede comprar en la escasa cantidad de años en que existen en ediciones impresas, después de lo cual sólo se los encuentra en un número cada vez menor de bibliotecas y locales de venta de libros usados. A medida que pasan los años, los contratos se pierden y se olvidan, autores y editoriales desaparecen, los titulares de los derechos se hacen imposibles de localizar.Es inevitable que los pocos ejemplares que quedan de los libros vayan cayendo en un paulatino deterioro o se pierdan como consecuencia de incendios, inundaciones y otros desastres. Cuando estuve en Stanford en 1998, una inundación dañó o destruyó decenas de miles de libros.Dado que los libros son una parte tan importante del patrimonio cultural y del conocimiento colectivo del mundo, Larry Page, uno de los fundadores de Google, propuso por primera vez que digitalizáramos todos los libros hace diez años, cuando estábamos en nuestros comienzos como empresa. En aquel momento se lo consideró un proyecto tan ambicioso y complejo, que no logramos que nadie se entusiasmara para trabajar en ello. Cinco años después, sin embargo, en 2004, nacía Google Books (que luego se llamó Google Print), lo que permitió a los usuarios buscar centenares de miles de libros. En la actualidad, superan los diez millones y siguen aumentando.Al año siguiente, la Unión de Escritores y la Asociación de Editoriales de los Estados Unidos nos demandaron en relación con el proyecto. Si bien tuvimos desacuerdos, tenemos una meta común: que se pueda acceder al saber contenido en la enorme cantidad de libros agotados, al tiempo que los titulares de los derechos reciben una compensación adecuada. El resultado fue que pudimos trabajar juntos en la elaboración de un acuerdo que expresara el punto de vista que compartíamos. Ese acuerdo es muy beneficioso para los autores, las editoriales y Google, pero los grandes ganadores son aquí los lectores, que ahora tendrán acceso a un mundo de libros mucho más amplio.Algunos sostienen que ese acuerdo es una forma de licencia compulsiva porque se aplica a todos los miembros del grupo que no optan expresamente por mantenerse al margen antes de determinado plazo. La realidad es que los titulares de los derechos en cualquier momento pueden fijar precios y derechos de acceso a sus trabajos o retirarlos de Google Books. Otros cuestionaron el impacto del acuerdo en la competencia. En realidad, nada en este acuerdo impide que cualquier otra compañía u organización trabaje en un emprendimiento similar. En la actualidad, si se quiere acceder a un libro agotado, sólo se tiene una opción: volar a una de las muy pocas bibliotecas de primera línea del país con la esperanza de encontrarlo en los estantes.A pesar de que hasta la fecha se llevaron a cabo varios intentos importantes de digitalización (Google hasta contribuyó a financiar otros, como algunos de la Biblioteca del Congreso de EE.UU.), ninguno tiene una magnitud comparable, simplemente porque nadie más decidió invertir los recursos necesarios.En el Insurance Year Book 1880-1881, que encontré en Google Books, Cornelius Walford cuenta la destrucción de decenas de bibliotecas y millones de libros con la esperanza de que esa crónica "demuestre la necesidad de hacer algo" para preservarlos. La famosa biblioteca de Alejandría se quemó tres veces, en 48 a.C. y en 273 y 640 d.C., al igual que la Biblioteca del Congreso de EE.UU., donde un incendio destruyó las dos terceras partes de la colección en 1851.Espero que nunca vuelva a pasar algo así, pero la historia indica lo contrario. Más importante es que, incluso si nuestro patrimonio cultural permanece intacto en las bibliotecas importantes del mundo, en los hechos está perdido si nadie puede acceder con facilidad al mismo. Muchas empresas, bibliotecas y organizaciones desempeñarán su papel en lo que respecta a preservar y brindar acceso a los trabajos del siglo XX. Juntos, los autores, las editoriales y Google dan apenas un paso hacia ese objetivo. No desaprovechemos esta oportunidad.


Copyright Clarín y Los Angeles Times, 2009. Traducción de Joaquín Ibarburu.

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